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Cuando lo común se vuelve peligroso: el riesgo oculto del abuso de acetaminofén en la salud del hígado

nov 20, 2025
Cuando lo común se vuelve peligroso: el riesgo oculto del abuso de acetaminofén en la salud del hígado

Es normal que cuando tenemos un dolor de cabeza, una gripa o algún dolor muscular, nos tomemos una pastilla para aliviar el malestar y probablemente esa pastilla sea un acetaminofén. Este analgésico tan común, de fácil acceso y considerado seguro, puede ser nocivo y causar gran daño al hígado si se abusa de su consumo.


En este blog, y con la orientación del Dr. Omar Martínez, especialista en Hepatología, te explicamos de manera sencilla por qué ocurre, cómo reconocer los síntomas de alerta y qué hacer para usarlo de forma responsable sin dejar de aliviar tus molestias.

El acetaminofén (o paracetamol) es uno de los analgésicos y antipiréticos más utilizados en el mundo. Ayuda a reducir dolores leves y moderados y a bajar la fiebre, por eso es tan común para malestares cotidianos. A diferencia de otros medicamentos como el ibuprofeno o el naproxeno, el acetaminofén es amigable con el estómago, pero su proceso de eliminación ocurre principalmente en el hígado. Y es ahí donde puede aparecer el riesgo.
 

¿Qué pasa en el hígado cuando tomamos acetaminofén?

Cuando tomamos una dosis adecuada, el cuerpo lo procesa sin problema y elimina la mayor parte mediante la orina. Sin embargo, una pequeña parte se convierte en una sustancia tóxica llamada NAPQI, que normalmente el hígado neutraliza utilizando una molécula protectora llamada glutatión.

El problema ocurre cuando:

  • Se toman dosis mayores a las recomendadas,
  • Se combina más de un medicamento que contiene acetaminofén,
  • Existe una enfermedad hepática previa,
  • O se consume alcohol en exceso

En estas situaciones, el hígado no alcanza a neutralizar todo el NAPQI y este empieza a dañar directamente las células hepáticas, generando una lesión que puede ser leve o incluso llevar a una falla hepática grave.

Cuando el hígado se ve afectado: ¿qué puede pasar?

El daño hepático por exceso de acetaminofén puede presentarse de distintas formas:

  • Lesión hepática aguda, similar a una hepatitis.
  • Necrosis hepatocelular, cuando las células del hígado empiezan a morir.
  • Falla hepática aguda, que puede causar: alteraciones neurológicas (como confusión), problemas de coagulación, compromiso de otros órganos e incluso poner en riesgo la vida si no se trata a tiempo.

Señales de alerta: síntomas que no debes ignorar

Al principio, el daño puede no dar síntomas claros, pero con el paso de las horas o días pueden aparecer signos como:

  • Náuseas, vómito o pérdida del apetito.
  • Dolor en la parte superior derecha del abdomen.
  • Cansancio extremo, somnolencia inusual o confusión.
  • Piel u ojos amarillos (ictericia).
  • Orina oscura o heces muy claras.

Si has tomado dosis altas, combinaste varios medicamentos con acetaminofén o tienes alguno de estos síntomas, lo más importante es consultar al médico de inmediato.

¿Cómo se diagnostica el daño por acetaminofén?

El diagnóstico se basa en el estudio de historia clínica, los síntomas y en exámenes de laboratorio que evalúan la función del hígado. El médico puede solicitar pruebas como:

  • Nivel de acetaminofén en sangre (a partir de las 4 horas después de la ingesta).
  • Transaminasas (AST y ALT) y bilirrubina, que indican daño hepático.
  • Tiempo de coagulación e incluso la función renal, para ver si hay complicaciones.
  • En casos de sobredosis, se usa una herramienta llamada nomograma de Rumack–Matthew, que ayuda a decidir si es necesario iniciar tratamiento.

Tratamiento y recuperación

Si se sospecha daño por acetaminofén, el tratamiento debe empezar lo antes posible. El antídoto indicado es la N-acetilcisteína (NAC), que ayuda al hígado a recuperar el glutatión y bloquear la sustancia tóxica.

Puede administrarse por vía oral o intravenosa y el paciente debe permanecer en observación médica mientras se evalúa su evolución.

Cuando el tratamiento inicia a tiempo, la mayoría de los pacientes se recuperan completamente.

Cómo prevenir el daño hepático por abuso de acetaminofén

Cuidar la salud de tu hígado comienza con el uso responsable de medicamento, también existen otras simples acciones que puedes hacer:

  • Evita automedicarte y respetar las dosis e intervalo recomendado.
  • No combines medicamentos con otros que contenta acetaminofén (lee las etiquetas).
  • Mantén una alimentación balanceada y evita el consumo de alcohol.
  • Si tienes una enfermedad hepática, de base o uso crónico de fármacos inductores enzimáticos, consultar a tu médico antes de consumirlos.
  • Si tienes niños, calcula muy bien la dosis teniendo presente su peso y la prescripción pediátrica.


El acetaminofén es un gran aliado para manejar el dolor y la fiebre, siempre que se use con responsabilidad. Pero en exceso puede convertirse en un enemigo silencioso para el hígado, incluso en personas sanas.

Conocer los riesgos, usar la dosis correcta y consultar al médico ante cualquier duda es la mejor forma de proteger tu salud.